22.12.09

R003.LA SOLEDAD DEL CIENTOUNERO

Acababa de abrir los ojos , miró al despertador y vio que en tres minutos iba a sonar la alarma, la desconectó y por un momento pensó que ya era casi una costumbre eso de despertarse solo, sin necesidad de que , el irritante, sonido de la máquina, pudiese despertar al resto de su familia , que dormía , a pierna suelta, bien calentitos en sus cálidos edredones.

Fuera hacía frío, mucho frío, seguro que hoy también cuando se incorporara del lecho, iba a notar lo gélido de la habitación, vaya , otra manía esa de dormir con la ventana entreabierta que , por suerte, compartía con su esposa.

Se abrigó, incluyendo un buen forro de polar y, con cuidado y linterna en mano , dio un repaso a los niños, su tropa , que dormían convenientemente tapados , ahora una visita al cuarto baño y hacia el mirador , allí, con la habitual rutina empezó con los pautados movimientos , benditas técnicas de calentamiento y bendito el tiempo empleado en aprenderlas , así, a la vez que iba desentumeciendo el cuerpo iba cargándose de nueva energía ; la respiración se hizo profunda, la calle seguía desierta .

Tras un rato acondicionando su cuerpo, y chequeado el estado general, fue a por la ropa que colgada de una silla de la cocina había dejado preparada la noche antes, se vistió con ropa técnica, de gran almacén , pero al fin y al cabo técnica, cumplía bien su misión y no se comía mucho el corto presupuesto ; se abrigó y salió a la calle.

Fuera hacía frío, mucho frío, sus pómulos , apretados, se lo decían , los alfilerazos en sus muslos se lo recordaban, los dedos le gritaban que hacía frío, mucho frío y que eran las cinco y media de la mañana de un día laborable.

Si el acompasar la respiración con su cuerpo le había hecho sentirse bien reconfortado, el verse en la calle y empezar a andar le había encendido una íntima satisfacción :¡ ya estaba disfrutando!.

El recorrido era el habitual , sus pasos le iban a llevar , durante hora y media, por un recorrido de diez kilómetros, iba a paso vivaz , rápido, a él le gustaba definirlo como paso “legionario”, un vigoroso braceo y breves sprints o por decirlo en castellana palabra acelerones. o incluso mejor, y cariñosamente, tironcitos , le acompañaban y aceleraban moderadamente, cada poco tiempo, su pulso.

¡Dios! Cómo disfrutaba sintiéndose , el único habitante de la madrugada , en la aparentemente vacía ciudad .

Pronto, se cruzaría con el panadero que , en los tiempos que corren, seguía empujando su carrito para llevar , el pan nuestro de cada día, a las casas que dejaban las multicolores talegas colgadas en sus puertas , ¡adiós Chico! le decía él , ¡buenos días! contestaba con voz de aguardiente tras su carro , el madrugador vecino.

La marcha seguía , la ciudad como desierta, a veces, un coche patrulla y un saludo, gente de uniforme , gente con vocación de servicio: buena gente, ¡buenos días! ¡buen servicio!.

Pero , un amanecer mas , el problema volvió a saltar en su mente, ya salía el sol , y el bello espectáculo tras los arboles de la alameda , también le volvió a traer, en inesperada asociación de ideas , la verdad que le acompañaba , día a día : su hijo, el pequeño, tenía la maldita enfermedad creciendo en su intestino.

Por deprisa que él andase, por lejos que llegara en sus caminatas, por temprano que se levantase, nunca podía dejar atrás , el diagnóstico que escuchara una tarde del mes septiembre que jamás iba a olvidar; el problema , estaba allí, y pronto ,habría que dormir lo, e intentar extirpar la grave amenaza que llevaba en su interior, ¡vaya ! Le había tocado a su hijo .

Ahora , seguía marchando, paso ligero , enérgico braceo, intercaló un pensamiento; ¡qué haría sin estos desahogos !, se dijo en sus adentros, durante la semana, arañaba un tiempo para él, para sentirse bien, le gustaba pensar que estando en forma podría ofrecer lo mejor de sí, y, con alegría , al drama que estaba viviendo su familia;

Además estaba ,en el próximo año, el participar en la madre de todas las pruebas , marchar 101 kilómetros en menos de 24 horas, por locura que pudiera parecer , estaba deseando repetir, pocas veces y solo en limitados foros se atrevía con afirmar, sin cargo de conciencia alguno, que estaba “pillado” por esa prueba , en argot , se podía decir que estaba “enganchado” , y lo estaba , hasta el tuétano.

El tiempo iba pasando, algunos automóviles, dentro, ciudadanos encogidos y somnolientos que le miraban con estupefacción , iban animando la mañana, alguna ambulancia, con luces encendidas , pero sin sonido ,comenzaban el cotidiano vaivén hacía el cercano Hospital, ¡vaya! otra vez el niño en el pensamiento, pero, él, sigue caminando, aclarando las ideas , cargándose de energía , con decisión , que la voluntad triunfe , un paso adelante, ¡a los problemas !, ¡con alegría! .

Su visita a su “oasis” de la mañana , iba llegando a su fin, ya en casa algún ejercicio mas, una buena ducha y al trabajo.

Pero antes , ¡Dios!, si su familia supiera cómo le agradaba llegar y , verlos como cachorros en torno a sus padres mientras acababan un buen desayuno, el olor del pan con aceite inundando la casa al cruzar la puerta , la tibieza del hogar que le abrazaba cuando volvía de su pateo;

A quién podría explicarle que para él , el solitario entrenamiento, le cargaba las pilas y le convertía en una persona , aún mas familiar, mas cariñosa, lo hacía más humano; cómo trasladar, desde luego él no era un poeta para conseguir comunicarlo adecuadamente, la íntima satisfacción de tener sus “deberes marchadores ” hechos y, respecto a su familia, tenerlos allí ,para empezar el día , juntos , le era imposible desligarse de la marcha, como imposible era desligarse del amor a su gente.

Los fines de semana, también temprano, para no robarle mas tiempo a su familia, marchaba al campo a marchar; allí, era completamente feliz ; la plenitud que sentía solo se veía empañada por la terrible enfermedad que amenazaba la vida de su hijo pequeño, pero ¡qué puñetas! él era un cientounero, y seguía tirando para adelante , sin miedo, paso a paso , con su particular “mochila” a cuestas, si algo había aprendido en sus largos pateos , en su participación en el 101, era , que viniesen momentos malos o viniesen buenos sólo cabía seguir y seguir , ¡siempre adelante!.

Pronto , llega la hora de marchar al trabajo, la íntima satisfacción de llevar ya en el cuerpo, y en la mente, su cotidiana ración de entrenamiento ; de seguir con su inédita colección de amaneceres; el gozo de haber visto , una mañana mas a su familia preparándose para su quehaceres, la mirada limpia e inocente de su pequeño, el cariñoso y bien memorizado beso de su esposa , le bastan . Marcha al trabajo.

En su fuero interno, nada le turba, a donde haya que llegar se llegará, cada día es un día mas , cada paso es un paso mas ; recuerda ahora , el azulejo que preside su casa , un trofeo del 101 lo adorna ; está escrito : “La plenitud no está lograr lo que anhelas , sino en valorar lo que tienes” y él ,gracias a Dios, tiene como todo patrimonio, un humilde trabajo, una familia sin pretensiones y un arma secreta para sufrir la enfermedad de su hijo y todo lo que la vida le pueda deparar, sea bueno o malo, porque , esta mañana, en concreto , al igual que otras muchas ,se siente , hoy , mas que nunca , CIENTOUNERO .

El Viejo Sileno

R002.NO HAY MUCHOS MOMENTOS EN LA VIDA

No hay muchos momentos en la vida, en los que tengas la oportunidad de sentirte alguien verdaderamente importante, de sentirte como si fueras el mismisimo Hércules, que acabara de terminar con todos sus trabajos pendientes, de demostrarte a ti mismo, de que tú y solo tú has logrado lo que está demostrado que no está al alcance de todos.

Acabas de terminar la “Cuesta del Cachondeo”, te recompones un poco para no parecer muy “perjudicado”, y te encaminas glorioso a cruzar sobre el Tajo de Ronda; apenas te atreves a mirar hacia abajo, no sea cosa de que sea un espejismo, y al mirar te veas a ti mismo que con paso cansino subes la cuesta de los Molinos y te enfrentas al último kilómetro que da paso a la gloria.

Una rápida ojeada al fondo, y no, tú ya no estás ahí, tú estás a punto de pasar ante la mirada atónita de los turistas que te miran como si te acabara de pillar el Apocalipsis. Algunos aún se atreven a preguntar:

¿Y de donde viene usted?
De Ronda.
Pero si Ronda es esto.
Si pero es una prueba deportiva, en la que tienes que recorrer 101 kms.
¿Cuántos?
101
¿Y como hace Usted, esas cosas, alma de cántaro?

Decides dejar la conversación para otro momento, y le dices, lo siento, tengo que seguir, que se me hace tarde.

Ya queda poco, se divisa la Plaza de Toros, y un poco más allá la Alameda del Tajo, ya solo te queda cruzar esa calle cortada al tráfico, recibir los aplausos del público, el cariño de los amigos, y aguantar las lágrimas de alegría, para que nadie piense que son de dolor.

¿Qué son los 101?, ¿y tú me lo preguntas?, mira si nos podemos apuntar ya para los del año que viene, y no me hagas preguntas díficiles, que no estoy yo para mucho pensar.

F010.CAIDOS EN COMBATE.

F009.EL DESCANSO DEL GUERRERO

F008.CAER SOLO ME OBLIGA A LEVANTARME

F007.VOLUNTARIOS ¡PRESENTE!